Corté con Sebas. Silencio. Parece que es definitivo.
Eso dice Paula al teléfono mientras llora. Tiene 27 años y está llena de preguntas. Mirando las algas que invadieron la playa conoció a un chico que se llama Lucas. Tiene 19 años y sus respuestas son simples. Un día él le regaló el demo de su banda y decidió subalquilarle ese cuarto que a ella le sobra.
Ahí están los dos. En alguna ciudad de la costa atlántica, en un cuarto donde antes sólo había un teléfono y donde ahora hay una planta con nombre, un poco de música, olor a vino y donde cada uno, a su manera, está creciendo sin darse cuenta.
Eso dice Paula al teléfono mientras llora. Tiene 27 años y está llena de preguntas. Mirando las algas que invadieron la playa conoció a un chico que se llama Lucas. Tiene 19 años y sus respuestas son simples. Un día él le regaló el demo de su banda y decidió subalquilarle ese cuarto que a ella le sobra.
Ahí están los dos. En alguna ciudad de la costa atlántica, en un cuarto donde antes sólo había un teléfono y donde ahora hay una planta con nombre, un poco de música, olor a vino y donde cada uno, a su manera, está creciendo sin darse cuenta.