Miércoles, 31 de Diciembre de 2014
Miércoles, 09 de Noviembre de 2011

De los libros a la arena

Un verdadero trabajo práctico se lleva a cabo investigando en profundidad algún objeto. Lo que es realmente interesante es que el título: Leonardo. Trabajo Práctico N° 1 carga sobre sí lo que promete. Porque este increíble espectáculo (y entiéndase “increíble” en términos literales, ya que sus hacedores quiebran el paradigma de lo posible, porque van un paso más allá y amplían el verosímil de las artes escénicas) es, realmente, un trabajo práctico, una investigación sobre un Leonardo de mil facetas. Y en simultáneo con la investigación sobre Leonardo, se produce una investigación sobre las posibilidades prácticas de lo que teorizó, lo que dibujó, lo que bocetó.

Si son clásicos sus dibujos sobre el cuerpo humano, su trabajo sobre las proporciones, esta propuesta escénica multiplicará sus perspectivas desde variadas posiciones: la “voz” del propio Leonardo   (sí, porque se leen fragmentos de sus textos), sus dibujos proyectados, los cuerpos de los “estudiantes” que proponen movimientos y desplazamientos, que experimentan y exhiben que tal superficie del cuerpo es capaz de sostener tal otra, o que tal movimiento es factible de ser llevado a cabo.

El espacio sin butacas del Konex está tomado. Un número de plataformas de madera distribuidas por el espacio. Los espectadores se dispersan a medida que entran. Son visibles dos plataformas: la que es paso obligado de los que ingresan y otra, que ubica por debajo a los músicos y por encima a una muchacha que no viste de esta época y que sostiene un farol. Una alfombra sembrada de libros preside el lugar, pero no por mucho tiempo.

El frente, así como los recursos puestos en juego, cambiarán de modo permanente, y pasarán de la acrobacia, a la lectura, a cuerpos devenidos pantalla, a juego, mucho pero mucho juego. Procedimientos, pero también lenguajes, verbales y de los otros: seremos testigos de pequeñas exposiciones (lección oral, pase al frente) y de los constantes desafíos a la ley de gravedad que son capaces de poner en juego los cirqueros de ley. Pero además, éstos se transformarán en manipuladores de objetos, mostrarán la textura, la resistencia, la posibilidad de desplazamiento, los límites (objetos vinculados al trabajo: una carretilla, una pala, una escalera, abrirán en sus manos otra dimensión posible).

Además: la música y los músicos en vivo, el recorrido conjunto, el factor sorpresa. Un espacio puesto en cuestión, discutido, partido. Una reflexión sobre lo que se ve y sobre lo que se hace.

La famosa bicicleta de Leonardo, dibujo en la pared. En el centro de la escena, los elementos tridimensionales que podrían constituirla, pero no. Uno de los intérpretes, muestra innumerables fracasos para el armado. Poner el foco en la invención, en la investigación, en las dificultades. Y en este caso en el éxito final (con todos los intentos fallidos que se perdieron por ahí).

Cada una de las paradas requeriría una mención especial, pero son tantas que la memoria traiciona.

Dos pequeñas cuestiones más: se dará lugar a la lectura de las buenas costumbres en la mesa. Cuando se “educa”, no se ejemplifica con lo que no hay que hacer, pero ellos son la excepción a la regla y el cuadro que se conforma es inenarrable.

El final tiene vuelta de vuelta de tuerca, y suma, además, otro espacio hasta ese momento invisible. ¿Quién querría perderse un espectáculo como éste, imaginativo, inteligente, con una calidad excepcional de sus  intérpretes, profundamente divertido y que además, homenajea al genio de Leonardo?  

Publicado en: Críticas

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