Cero Cinco (05) es un proyecto basado en efemérides culturales. Se trata de un programa de obras teatrales que, a cargo de distintos directores, tienen como punto de partida algún acontecimiento importante cuya fecha incluye el 05. Así, de la mano de Heras, Cosentino, Togander, Córdova, Suardi, Ferrari, Banega y Cáceres nos acercamos al mundo de grandes personajes de la talla de Julio Verne, Friedrich Schiller, Greta Garbo, Christian Dior, Jean Paul Sartre y Miguel Cané, y con ellos a los grandes relatos. 
Rubén Szuchmacher, responsable de la idea y curación de 05, dialoga con Alternativa acerca de la importancia de la presencia de la historia y el debate estético que propone este programa profundamente ligado al novedoso proyecto de gestión cultural que, hace más de un año, viene desarrollando el ElKafka Espacio Teatral.
 
¿Cómo surge la idea de Cero Cinco (05)?
La idea surge el año pasado cuando ElKafka comenzó a tener su propia historia con su propia línea y sus propios intereses. No queríamos tener una sala que sea un depósito de obras, a la expectativa de traer cosas interesantes o un lugar ligado a un proyecto personal; como funcionan la mayoría de las salas independientes de la ciudad. De lo contrario, queríamos hacer un proyecto de gestión y poder dialogar políticamente con las instituciones que apoyan nuestro proyecto. En la ciudad, las instituciones oficiales y extranjeras dedicadas a la cultura suelen absorber aquello que se crea en el teatro independiente y alternativo, le dan un “espacio”. Nosotros decidimos invertir eso: aquello que tiene un peso en el teatro independiente, queremos se produzca en el mismo teatro y que, en todo caso, las instituciones pongan dinero para que se puedan hacer en los propios lugares de producción del teatro independiente.
A partir de ahí, surgen dos programas para este año, Córdoba en Bs As y Efemérides 05, con la idea de que yo pudiera seguir trabajando como curador y gestor, y de no dirigir las obras sino orientar el trabajo.
 
¿Por qué trabajar con efemérides?
El tema de las efemérides es un tema bastante despreciado, sobre todo por la resonancia escolar. Pero lo interesante es que aportan la presencia de la historia y una discusión importante en el campo de la producción y de lo temático. Es un proyecto que dialoga opositivamente con el Proyecto Biodrama -basado en el ser existente, vivo, anónimo-, ya que trabaja sobre un personaje histórico que deja una marca importante en la historia.
De este modo, 05 toma una posición en el campo del debate de hoy, en la lucha entre las pequeñas y las grandes historias, teniendo en cuenta que los grandes personajes aportan los grandes relatos. En el último tiempo, muchas corrientes apostaron a lo pequeño. Otras posiciones políticas apostamos al gran relato.
 
¿Que significa para el teatro ir a los grandes personajes y, con ellos, a los grandes relatos?
Es una posibilidad de salir de una endogamia, de una mirada sobre lo nuevo y darse cuenta de que el mundo es mucho más vasto de lo que uno cree. Pero esto, desde una proposición estética, que señala que los grandes centros de poder se concentran en la historia y en la política y no en las pequeñas intimidades que, en todo caso, estarían traspasadas por ese poder. En nuestra comunidad la idea de salir del gran relato y entrar en el pequeño relato se transformó en una especie de situación excluyente del "otro", sobre todo del "otro histórico", en donde parecería que todo comenzó cuando uno nació.
 
Sin embargo, muchas corrientes que han provocado grandes rupturas se han basado en lo cotidiano, en lo individual, en lo íntimo....
Sí, en los últimos tiempos. Pero estamos en los finales de esa tendencia que está tan ligada a la política del neoliberalismo y a ciertas ideas de la posmodernidad. La sociedad de posguerra necesitaba provocar un campo de ruptura, pero también necesitaba darle un gran valor a lo que era, en ese momento, el Tercer Mundo. Se generaba una equivalencia de historias, entre las centrales y las marginales, y una lucha permanente entre el poder central y el Tercer Mundo. Pero, y sobre todo después de la Caída del Muro, empieza a aparecer una engaña pichanga que sería: “cómo no puedo entrar en la lucha por el poder, creo que armo un poder en lo pequeño”. Con lo cuál uno se quedaría tranquilo pero, en realidad, ese poder que va de arriba para abajo y viceversa, puede hacer lo que quiere.
 
¿Esto lo planteás en términos de “compromiso” de los artistas con la historia y su sociedad?
Tiene que ver con un problema de fuerzas y de conocimientos. Por eso hablo de endogamia, de narcisismo, pero también de ignorancia. Porque es más trabajo meterse con la complejidad de un gran texto y ver en qué medida uno está involucrado a decir: “esto es aburrido, impenetrable y no tiene nada que ver conmigo”.
En la Argentina significó una falta del acercamiento a los grandes textos y a una importante producción histórico literaria. Recién en esta temporada se empezó a ver un cambio, por ejemplo, cuando Veronese hace un texto de Chejov o el éxito descomunal de “Troyanas”.
 
Volviendo a 05 ¿Cómo fue la selección de los personajes, más allá de la fecha?
No quise trabajarlo desde una vertiente de lo “Top” en términos culturales, sino tomando otro tipo de parámetros y teniendo en cuenta lo que significaron estos personajes en la historia. La marca de Dior fue muy fuerte, al punto que Eva Perón se vestía con él y la figura y el recuerdo de ella está muy ligado a esa estética, el icono que generó fue tan importante que trasciende a la pequeña cosa. También me encantó encontrar a Cané, porque fue una figura muy controvertida de la generación del 80. De hecho, el trabajo de Cáceres abunda en esa contradicción entre el personaje que la mayoría lo asocia a “Juvenilia” y al Colegio Nacional de Buenos Aires, y aquel que escribió la “ley de Residencia” para expulsar a todos los extranjeros anarquistas. Todos los personajes de 05 disparan, de alguna manera, una reflexión que puede ser sobre la historia o sobre la estética.
 
¿Cómo fue la selección de los directores?
Al ser el primer proyecto y al estar probando muchas cosas -cómo la idea de producir desde el mismo teatro-, quería que fuera gente lo más cercana posible y con la que ya hubiera una experiencia de trabajo previa y una cierta afinidad en el modo de trabajar. Por otro lado, elegí personas que tienen posiciones estéticas muy distintas y que van hacia lugares muy distintos. De esta manera, también estaba apostando a la diversidad.
 
¿En qué consistió tu trabajo en el proceso de producción de las obras?
Comenzó el año pasado con reuniones regulares donde todos asistíamos. Fue muy interesante; todos se iban metiendo en el trabajo del otro, no para decirle que haga tal cosa con su obra sino para aportar ciertos datos y conocimientos sobre los personajes y sobre ciertas ideas que se querían trabajar. A partir de un determinado momento, cada director se hizo cargo de su obra y comenzó a trabajar como quería, haciendo su propia selección de actores, etc. Lo que yo determiné es con qué personajes y textos se trabajaba y ciertas ideas que quería mantener. Por ejemplo, en el caso de Schiller, que se trabajara con lo sublime, o en los casos que hubiera textos teatrales, que no se hiciera una puesta de los mismos. Quizás el límite ponía era en relación a las posibilidades materiales de producción ya que no somos una institución con gran presupuesto por detrás. De todos modos, en ese sentido, 05 no tiene nada de precario, estamos produciendo un evento con todas las de la ley: con buena prensa, buena gráfica, y una calidad de espectáculos muy importante.
 
Una vez que viste las obras terminadas ¿Cómo evaluaste este proceso?
Me gustó mucho cómo cada uno tomó su trabajo y que en todos se mantuvo el enfoque histórico y estético; también el grado de libertad creativa que hubo y el permitirse determinadas cosas. Por ejemplo, el trabajo sobre “Viaje a la luna” a partir de lo sonoro; el trabajo de Córdoba sobre lo sublime a partir de las degradación total y el permiso que se da para –literalmente-  romper con todo; el trabajo de lo opresivo de la belleza en Dior, como una belleza tan sofocante que pasa a su opuesto, etc. 
Rescato las palabras de Suardi: “estoy haciendo algo que nunca hice”. Me parece interesante que esto sea un campo de investigación y experimentación.
 
Después de tantos años de dirigir ¿No te cuesta delegar este trabajo en otros directores?
No, al contrario, me encanta. Me da la posibilidad de poder llevar a cabo más proyectos de los que yo podría hacer. No tengo dramas ni con la originalidad, ni con el copyright, ni nada. Es probable que yo hubiera hecho otra cosa ante la misma consigna, pero también me gusta que los otros hagan algo por mí, porque me saca la necesidad de tener que hacerlo, y me dejan tiempo para hacer otras cosas. Eso me pasa en muchas áreas de la vida. Siempre pienso que sería bárbaro que hubiera tal o cuál cosa y me pongo a pensar cómo hacerla, pero si  me entero de que alguien ya la está haciendo, me saca un peso de encima.
 
Si hubieras tenido que elegir un personaje o un acontecimiento del 2005 ¿Cuál hubiera sido?
Pensando rápidamente, dos acontecimientos muy fuertes fueron el Tsunami y Cromañón que, si bien ocurrieron a fines del 2004, marcaron brutalmente el 2005.  Cromañón marcó la historia y el quehacer teatral. Somos víctimas de lo que ocurrió y todavía hoy lo seguimos sufriendo. También se podría elegir la catástrofe del Katrina, porque de alguna manera fue la continuación del 11 de septiembre por otros medios.

¿Tiene que haber un personaje central en las efemérides?
Este año, las efemérides se centraron mucho sobre el tema de personas pero no necesariamente tiene que ser así. Yo ahora estoy buscando el 06 y 07, y me gustaría encontrar la invención de tal vacuna o alguna noticia relevante en relación a lo científico. También podría tomar algún hecho político relevante que trascienda a un solo personaje. La idea es proponerlo en términos de debate estético, y esta es la posición rezagada, sobre todo en comparación con la hegemónica, quizás más ligada al biodrama. Digo hegemónica porque incluso el teatro oficial tiene un teatro para eso. Por supuesto, no me refiero a la calidad de los espectáculos, que los hay fantásticos. De hecho, directores de efemérides, como Suardi, han trabajado con biodramas. Esto no es un problema de bandos, sino de pensamientos y es eso lo que me gusta que se ponga en debate.
 
¿Cómo ves el panorama del teatro actual?
Creo que estamos en un momento tajante. Toda esta línea de lo pequeño y lo cercano está haciendo crisis porque entró en una etapa que yo denomino “efecto fotocopia”. Este fenómeno es fácil de analizar porque ha pasado otras veces. En un recuerdo cercano, cuando la generación Parakultural entró en los 90 produjo un efecto fotocopia. Estaban los paradigmas: Tortonese, Urdapilleta y otros, pero de pronto aparecieron otros que eran una fotocopia de ellos y se dio lugar a una decadencia poco interesante.
Lo mismo ocurrió cuando apareció el movimiento de una nueva dramaturgia – con Federico León,  Javier Daulte, etc-  que tuvo su propia importancia y también, al poco tiempo, se creó un efecto fotocopia. Hoy la cartelera porteña está polucionada de ese tipo de espectáculos.
 
¿Hay alguna propuesta que le interese particularmente?
Hay una línea muy interesante que la concentraría en Mariano Pensotti y Lautaro Vilo. Me parece que son personas que tienen otra cosa para plantear. Si bien ambos trabajan de manera distinta y desde lo personal, también hay algo muy ligado con esa salida de lo individual. En “Un acto en comunión” de Vilo, me pasó algo que nunca sentí en el teatro, que fue tener miedo de un relato. En el caso de Pensotti, me gustó mucho “Vapor” y la instalación que hizo para el festival. También me interesó mucho la propuesta de Francisco Civit con la obra de Strindberg; que alguien de 30 años decida meterse con un clásico y con los grandes pensamientos de finales del siglo XIX sin ningún prejuicio. Seguramente estoy siendo injusto y me estoy olvidando de mucha gente, pero creo que son ejemplos en los que aparece algo que escapa a esa nueva dramaturgia y al efecto fotocopia que planteaba anteriormente.
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