Antonio Célico ?director del grupo El Baldío Teatro? reflexiona sobre las características de la técnica que expuso en el último Encuentro organizado por El Séptimo.
-¿Cómo fuiste conformando tu técnica?
Al comienzo buscábamos [se refiere a El Baldío] encontrar ejercicios que permitan desarrollar la presencia del actor, en tanto recorte en la relación figura-fondo y en tanto estar presente en estado de unidad. Buscábamos que el actor tenga una presencia clara; es algo que dicen todos los grandes maestros. Existió un momento clave en mi trabajo, en 1995, cuando desarrollé un proyecto para la beca del Fondo Nacional de las Artes: vine a realizar una investigación a Humahuaca de la que derivará mi técnica actual; mi trabajo de investigación giraba en torno a los puntos de apoyo, centros de gravedad y la variación dinámica de los lugareños. Y luego probé ejercicios con mis compañeros.
-¿De dónde surgió tu interés por esos temas?
Yo venía a Humahuaca desde 1992. Me llamaba la forma de caminar y trepar que tenía la gente de acá. De casualidad, enganché en uno de los viajes las festividades en Santiago y allí vi una danza que me impresionó. Yo ya leía sobre técnicas orientales y pensaba que no había nada similar acá. Me encontré con un material de Ricardo Santillán Güemes. que había sido mi director en la EMAD, en el que decía que no existía sistematización de las técnicas rioplatenses y planteé entonces un recorrido por las danzas del lugar en función de un posterior trabajo del actor. Con el tiempo, nos dimos cuenta de que lo más importante no era imitar sus movimientos sino hallar los principios que subyacen y que son aplicables a otros formatos. Luego, los aportes del trabajo con Barba y otros maestros. Hay también una búsqueda ligada al cine y a la literatura basados en la exploración de una composición del cuerpo del actor, distinta y en la construcción narrativa.
-¿Cuánto tiene que ver Barba en el planteo pedagógico de El Séptimo?
Nosotros nos apoyamos en un concepto anterior a Barba, que es el de aprender a aprender, que plantearía que yo no puedo enseñar a actuar, lo que sí puedo es construir experiencias en las que el otro aprende de la misma manera que lo hice yo.
-¿No es inevitable la verticalidad a la hora de manejar grupos?
Sí, aparece como experiencia dirigida. El aprendizaje es individual y personal. Mi mayor formación no viene de Barba sino de mi experiencia con mi grupo. Los alumnos de la primera experiencia que hicimos con El Séptimo ?en El Tigre, en 1996? fueron luego coordinadores en el segundo Encuentro que hicimos en Cañuelas.
-¿Por qué eligieron Humahuaca y por qué retornaron?
La comunidad es cerrada, es complicado. Yo había venido con mi grupo a investigar por el tema de mi beca: siempre había tenido una muy buena experiencia. Posteriormente, Daniel (Misses), planteó tomar eso para ver la posibilidad de hacer un encuentro en la Quebrada. En aquel momento bien pudiera haber sido Tilcara. Una vez en Humahuaca surgieron muchas cosas que aportaron a la actividad pedagógica, descubrimos que la identidad cultural de aquí era muy distinta a la nuestra y que eso nos servía para profundizar en nuestro laburo. Nos fuimos enamorando de este lugar. Mantener la idea, la leyenda de Humahuaca es mi manera de pelear mi condición dentro del campo teatral, porque me permite diferenciarme. Me interesa este trabajo. Elegimos pasar acá una parte del año cuando nos resultaría mucho más fácil y rentable irnos a algún festival a Alemania. Este lugar nos enseñó mucho y es aquí donde creamos muchas cosas, por eso también resulta inseparable de la esencia de nuestro grupo.
- ¿Cuál es tu opinión sobre la falta de teatro en Humahuaca?
No lo sé. Lo noto, pero nunca me lo he preguntado. Sí me sorprendió que cuando veníamos con El Baldío siempre nos asociaban con el circo. Yo creo que con el tiempo van a florecer grupos del lugar.
-¿Cuál es la relación entre la imposición a la comunidad humahuaqueña de un espacio teatral como el anfiteatro de piedra que El Séptimo viene construyendo y la democratización del hecho teatral que en la zona es prácticamente desconocido?
Yo creo que aquí hay una necesidad de teatro, tal vez solamente como herramienta útil para los maestros de las escuelas... Nosotros estamos trabajando para no imponerlo, creo que eso es lo que más hemos aprendido. Es una bendición que el terreno que ocupa el Anfiteatro haya sido rodeado por una comunidad que comienza a crecer con nosotros.
- ¿Qué resistencias encuentran en la comunidad de Humahuaca?
Me atrevo a decir que son más del orden de la superestructura; para mi comunidad no es sinónimo de gente común. El terreno fue cedido hace ya unos años por el intendente de turno, eso generó fantasmas en la gente que se preguntaba por qué le daban esa tierra a esos gringos. La gente común participa en todos nuestros espectáculos. La relación es igualmente difícil, siempre hay que demostrar quiénes somos y a qué venimos. El Séptimo es también un lugar para combatir los prejuicios.
- ¿Qué obras o autores teatrales te gustan?
No... en general no me gusta ninguno. Comencé leyendo todo el teatro argentino casi obsesivamente. Hoy en día no me seducen las estructuras dramáticas en papel, seguramente sí en escena. Yo pasé a construir dramaturgia en el espacio. Ahora también me está gustando escribir, pero esto es relativamente nuevo.
Obviamente, me gustan los clásicos pero no me atrevo a hacerlos.
- ¿Entonces cuáles autores no teatrales te gustan?
Cortázar, que me ha pegado mucho y al que vuelvo recurrentemente; y Borges, del que últimamente leo mucho ensayos.
- ¿Qué directores de teatro te interesan?
Peter Brook, en algunas cosas; el trabajo de Eugenio Barba, aunque lo veo más como parte del pasado; sigo de cerca lo de Veronese porque me atrae su inquietud de preguntarse y modificarse a sí mismo constantemente, me identifico con eso.